Tú y yo no veremos una guerra civil, ni una rebelión, revolución, ni insurrección en Occidente (España incluida).
Si te mueves lo suficiente por redes sociales, te habrás dado cuenta que, empiezan a ser reiterados los mensajes que anticipan una revolución o guerra civil en cualquier país de occidente que en ese momento esté viviendo algo de convulsión. Sí, digo «algo», porque hasta ahora hemos visto únicamente juegos de adultos seudorebeldes cargados de testosterona jugando a ser los jacobinos sel siglo XXI.
Los altavoces mediáticos que difunden estos disturbios esporádicos con intenciones electorales o desestabilizadoras, como la antesala de un levantamiento civil que derribará los pilares estatales de occidente, no recibirán atención en este artículo. Ya que no voy a escribir sobre deseos, sino de realidades tangibles. Sin olvidar la posibilidad de un cisne negro que tire por los suelos, lo que es razonable y tangible a día de hoy, que no habrá altercados armados que pretendan acabar con el sistema político actual en occidental.
Como dice el título, mi teoría es que no se van a producir guerras civiles, ni rebeliones, ni insurrecciones, ni revoluciones en lo que consideramos comúnmente nuestro occidente cultural popularmente reconocido: Europa occidental y la América anglosajona. Los estados que anteriormente estuvieron tras el telón de acero, aún sufren la incertidumbre de ser unas democracias jóvenes y su vecindad con Rusia, por lo que no los incluyo en la conclusión que expongo en este artículo.
La debilidad del Estado precede a las Revoluciones
«Si la historia enseña algo sobre las causas de la revolución (....) es que las revoluciones van precedidas de una desintegración de los sistemas políticos, que el síntoma revelador de la desintegración es una progresiva erosión de la autoridad gubernamental y que esta erosión es causada por la incapacidad del Gobierno para funcionar adecuadamente, de donde brotan las dudas de los ciudadanos acerca de su legitimidad».