Todo lo que deberías saber sobre Cúpula de Hierro
Si la vida de los habitantes de Israel hubieran estado a cargo de un ejército de burócratas civiles y militares, el israelí medio, seguramente aún estaría viendo los cohetes de Hamás y Hezbolá impactando en sus dormitorios.
La creación de la Cúpula de Hierro es un magnífico relato de voluntad, improvisación e ingenio. De esas historias que salen adelante porque ocurren en el lugar y con los actores precisos, y que probablemente en otro sitio habría costado mucho más dinero y tiempo. Una de esas historias que cuando conoces los detalles, sabes que merece una serie de ficción que cuente su historia, porque documental ya existe.
En este artículo pretendo contarte como se creó la pesadilla de Hamás, Hezbola e Irán. Pasando por encima de los pasillos de los burócratas de verde o con corbata. Esta es la historia de כיפת ברזל (Cúpula de Hierro):
Empiezan a caer cohetes en las casas
La entrada en el milenio supuso para Israel un nuevo tipo de amenaza que les llegaba desde la miriada de grupos terroristas cuyos miembros se levantan cada mañana queriendo borrar del mapa la nación judía como propósito del día. Este nuevo tipo de amenaza, como decía, consistió en el lanzamiento de cohetes sobre suelo israelí. Mientras que en 2001 recibió el lanzamiento de cuatro cohetes, en tres años -2004-, habían aumentado a 281: un incremento del 6925%.
Al comienzo fue Hezbolá el que tomó esta táctica para aterrorizar a los civiles israelís, y rápidamente hicieron lo propio en Hamás y otros grupos terroristas palestinos. Desde Gaza era una práctica ya asentada el lanzamiento de granadas de mortero, pero el lanzamiento de cohetes a suelo israelí, añadió complejidad y dudas a Israel.
La cohetería palestina generaban dos complicaciones para Israel. Por un lado, el mayor alcance de esta respecto a las granadas de mortero, que amenazaba mayor número de poblaciones en «profundidad» del territorio israelí. Por otro, y relacionado con lo anterior, los lanzamientos se realizaban en zonas más pobladas, tanto de Palestina como del Líbano -por parte de Hezbolá-, gracias a este mayor alcance que propiciaba que los terroristas eligieran escondites más elaborados entre las construcciones civiles.
Las Fuerzas de Defensa de Israel (sus fuerzas armadas, y en adelante FDI) no tenía capacidad «quirúrgica» de detener estos lanzamientos de cohetes -y sigue sin tenerla, por lo visto-. Su fuerza aérea llegaba tarde cuando eran detectadas las zonas de lanzamiento de cohetes y mucho más las tropas de tierra. Estás últimas, además, no tenían ningún «interés en proteger» el país de los lanzamientos de cohetes porque veían en las operaciones masivas de eliminación de estas lanzaderas, una buena estrategia para acabar con los propios terroristas que las operaban. Debo recordar que digo masivas porque en Gaza y en Líbano, cualquier operación terrestre debe ser de esta contundencia, para evitar las bajas propias que provocarían operaciones quirúrgicas en estos auténticos avisperos.
Los mandos de la parte terrestre de las FDI -porque las FDI aglutinan tierra, mar, aire y espacio- convenían que merecía la pena correr el riesgo de ver caer cohetes en su suelo a cambio del daño que les infligirían a los terroristas en las posteriores represalias. Mientras tanto, la fuerza aérea bombardeaba objetivos de oportunidad que eran detectados por sus drones.
Camino a la Cúpula de Hierro
Pero se trataban de soluciones temporales y, desde el principio, los líderes de las FDI sabían que esta amenaza necesitaba una respuesta ad hoc.
El 19 de julio de 2004, el jefe del Estado Mayor de las FDI designa la tarea de explorar soluciones contra la amenaza de los cohetes y los misiles de corto y medio alcance a la fuerza aérea.
El 6 de julio de 2004, la Administración para la Investigación, Desarrollo de Armas e Infraestructura Tecnológica (conocida como Fa’Mat) recoge el encargo. La crema y nata de la innovación de las FDI entra en juego.
El 13 de octubre de ese año, formalmente se ordena a la Fa’Mat que explore contramedidas frente los cohetes lanzados contra Israel desde el Líbano y Gaza. El jefe de la Fa’Mat, el General de Brigada Danny Gold, ya estaba muy preocupado por esta amenaza y decide saltarse la orden de «explorar» y pasar directamente a «crear» algo operativo.
El 5 de agosto de 2005, Gold pone en marcha el desarrollo acelerado. Mientras tanto, la fuerza aérea aún está indecisa sobre cómo enfrentar la amenaza y la fuerza terrestre no está interesada en gastar demasiado presupuesto en el asunto, relamiéndose pensando en sus operaciones de represalia.
Los cohetes seguían cayendo, como vimos en el gráfico anterior. A pesar del escaso presupuesto asignado con el que contaba para el encargo de exploración de soluciones contra la amenaza, Gold ordena a sus subordinados el desarrollo total de una solución en forma de demostrador en 18 meses y el desarrollo de la ingeniería asociada en 36 meses. Se trataba de radar, más misil, más software.
Mientras, en el verano de 2006, entre el 12 de julio y el 14 de agosto, Israel sufrió el lanzamiento de hasta 4.000 cohetes de Hezbolá, en el contexto de la guerra que comenzó tras el ataque y secuestro de soldados israelíes por este grupo. En relación a esto, la misión de la ONU en la frontera Líbano-Israel, que cuenta con la participación y mando de tropas españolas, jugó un papel importante.
Gold, ante la falta de recursos económicos y humanos, y apremiado por la situación, se planta frente a los consejos de administración de dos pesos pesados del sector privado de la defensa en Israel. Me refiero a Rafael, especialista en misiles, y Elta Systems, especialista en radares, a quienes convence de que entren en desarrollo de Cúpula de Hierro.
Destacar que ambas empresas aportarán fondos y equipos sin firmar acuerdo oficial alguno, por lo que arriesgaban fondos, prestigio, futuros contratos y las carreras de quienes habían aprobado esta colaboración.
Los ocho investigadores de Ma’Fat, diseñadores de misiles de Rafael y los mejores ingenieros de Elta Systems, trabajaron a destajo, pausando días de descanso y vacaciones.