La UME está perjudicando a las Fuerzas Especiales en la comunicación de nuestras Fuerzas Armadas
La UME alcanzó el pasado 2023 su mayoría de edad, más de 18 años, ayudando a España y a los otros países donde ha sido desplegada. Una campaña de marketing constante por parte de nuestras Fuerzas Armadas (FAS) y los sucesivos ministros que han tenido al frente.
En un contexto de paz, en el que el ejército es un gasto difícil de justificar por parte de los representantes públicos y sobre todo por nuestra jerarquía militar. La UME ha sido un flotador salvavidas con el que sacar pecho y demostrar su «razón de ser». Acabando las FAS por publicitarse como fuerzas de proyección solidarias en catástrofes o conflictos. Porque el ejército español no se desplegó en Iraq o Afganistán para combatir, si no para pacificar. Y así se ha ido convirtiendo la imagen de las Fuerzas Armadas en una especie de ONG. Algo que aún arrastramos pese a las amenazas actuales como Rusia -aunque he de reconocer que se está intentando cambiar en los últimos spots del Ministerio-.
Que la creación de la UME fuera una gran idea. Y su trabajo todos estos años nos llene de orgullo a todos los españoles de bien, no debe esconder que ha monopolizado la imagen de las FAS hacia una proyección imaginaria errónea. Y que además ha servido para que las CCAA se relajen en sus obligaciones en la gestión y gasto en emergencias, en las que son competentes. Convirtiendo a la UME en una especie de fontanero que va reparando las fugas del sistema de gestión de emergencias en España.